Memoria de un transporte que no sucumbe al olvido
- SOY PEQUE
- 1 sept 2018
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Eran aproximadamente las tres de la tarde de un día soleado de uno de los tantos viernes o sábado en cuya memoria de algunas personas era de 1993 o 1994, en lo que si acordaban muchos fue en que este falta episodio fue uno o dos años después de la toma guerrillera de 1992, cuando un helicóptero Ruso de color azul descargo uno treinta soldados en la cancha municipal sin antes pasar rozando el cerro de la vereda llano del pueblo lo que dio la sospecha en algunos moradores de que quizás la tripulación era nueva y que no estaban bien ubicados sobre donde quedaba el casco urbano de Peque, cuando volvió a surcar los aires no se percató de la cuerda de la garrucha que unos años atrás había sido instalada por la gobernación de Antioquia para el transporte de café y otros productos agrícolas como maíz de las veredas cercanas a peque se llevaba por este cable mercado, otros víveres y algún que otro arriesgado que se montaba a pesar de que estaba prohibido .
La angustia y el guayabo se apoderaba de don Luis Tuberquia, quien trataba mediante señas con las manos de indicarles que se estaba acercando mucho a la cuerda, pues fue infructuosa su casi desesperada advertencia que para la altura en que ya se encontraba este artefacto se asemejaba a una especie de lenguaje baile, pues el helicóptero por su parte trasera impacto con la cuerda de acero haciendo una especie de corto circuito y desvaneciendo el aparato que quiso aterrizar de nuevo en la arenilla de la cancha y que empezó a dar vueltas perdiendo altura y creando un especie de humarada de color negro que contrastaba con una serie de papeles blancos como si se estuviera haciendo algún tipo de campaña, antes de impactar con el suelo a unos cuarenta metros aguas abajo del encuentro de las quebradas Peque y San Julian y en un predio con algo de vegetación herbácea cayo este inmenso aparato, algunos presenciaron a manera de caída libre como una de las personas se lanzó unos cuantos metros antes, no contó con la suerte necesaria de salvar su vida, mientras que casi enmudeció al pueblo , la policía salió por detrás el cementerio y el ejercito que se encontraba perplejo pensaron ambos que se trataba de una maniobra de la guerrilla para derribar el helicóptero y se prendió una balacera por aproximadamente media hora cuando se dieron cuenta que se trataba de un accidente aéreo y que el cruce de disparos obedecía a fuego amigo.
El único que quedo reconocible fue el que se había lanzado, quien quedo según el inspector municipal de ese tiempo como cuando transporta en un costal botellas quebradas, según los papeles de identificación que llevaba era de nacionalidad peruana pudiéndose leer no el nombre, si no por apellido miranda, quien parecía por la forma y color de su rostro a alguien de apariencia indígena. De helicol vino al otro día una pequeña tripulación en un helicóptero pequeño aterrizando a eso de las diez de la mañana quien se llevó los cuerpos en bolsas como si fueran recados.
El cable sigue enrollado guardando para algunos usos posibles, a pesar de que algunas personas por iniciativa del municipio se han llevado algunos tramos para amarrar algunos puentes veredales, por lo demás continua algo oxidado por el paso del tiempo y la entropía de la intemperie, pero con la huella de algo que paso y que este papel quiere contarse y reconstruirse para que quizás no quede como algo inadvertido para algunas personas que ni espacial ni temporalmente les tocó presenciar este nefasto episodio y que muy seguramente se preguntan de que hace esta cuerda enrollada de manera circular en este lugar.
Texto José Ubeimar Arango Arroyave
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